quarta-feira, 31 de outubro de 2012

sábado, 5 de maio de 2012

.

Me encuentro en un hotel enorme, muy ornado, blanco, maravilloso. El hotel está ardiendo, va a quemarse todo, pero el fuego arde tan lentamente que la gente todavía puede entrar y salir libremente. No puedo ver las llamas, pero un velo de humo flota por todas partes, sobre todo alrededor de las lámparas. Es terriblemente hermoso. Tengo prisa y tengo unas rabiosas ganas de fotografiar. Me dirijo a nuestras habitaciones para agarrar lo que tengo que salvar y no termino de encontrarlo. Mi abuela está ahí cerca, quizá en la habitación contigua. No sé que es lo que estoy buscando, qué tengo que salvar, cuánto tardará el edificio en derrumbarse, qué debo hacer, por cuánto tiempo podré fotografiar. Quizá ni siquiera tengo película o no puedo encontrar mi cámara. Me interrumpen continuamente. Todos están ajetreados y se mueven de un lado a otro, pero a pesar de todo hay calma y tranquilidad. Los ascensores son dorados. Es como el Titanic hundiéndose. Me siento llena de gozo, pero ansiosa y confusa, y no consigo fotografiar. Toda mi vida está ahí. Es una especie de éxtasis tranquilo y a la vez dolorosamente bloqueado, como cuando un bebé está a punto de nacer y las comadronas te piden que te retengas porque todavía no están preparadas. El gozo casi me inunda pero las interrupciones me molestan. Hay cupidos esculpidos en el techo. Quizá no pueda fotografiar si pongo algo a salvo, incluso mi cámara o yo misma. Me siento extrañamente sola a pesar de estar rodeada de gente. Gente que continuamente desaparece. Nadie me dice qué debo hacer pero estoy preocupada por si no les estoy haciendo caso o no estoy haciendo algo que tengo que hacer. Es como un accidente en cámara lenta. Estoy en el ojo de la tormenta.
Diane Arbus
descripción de un sueño - cuadernos de notas, 1959.

Emprestado daqui: http://ximenacosin.blogspot.com.ar/