Me encuentro en un hotel
enorme, muy ornado, blanco, maravilloso. El hotel está ardiendo, va a quemarse
todo, pero el fuego arde tan lentamente que la gente todavía puede entrar y
salir libremente. No puedo ver las llamas, pero un velo de humo flota por todas
partes, sobre todo alrededor de las lámparas. Es terriblemente hermoso. Tengo
prisa y tengo unas rabiosas ganas de fotografiar. Me dirijo a nuestras
habitaciones para agarrar lo que tengo que salvar y no termino de encontrarlo.
Mi abuela está ahí cerca, quizá en la habitación contigua. No sé que es lo que
estoy buscando, qué tengo que salvar, cuánto tardará el edificio en
derrumbarse, qué debo hacer, por cuánto tiempo podré fotografiar. Quizá ni
siquiera tengo película o no puedo encontrar mi cámara. Me interrumpen
continuamente. Todos están ajetreados y se mueven de un lado a otro, pero a
pesar de todo hay calma y tranquilidad. Los ascensores son dorados. Es como el
Titanic hundiéndose. Me siento llena de gozo, pero ansiosa y confusa, y no
consigo fotografiar. Toda mi vida está ahí. Es una especie de éxtasis tranquilo
y a la vez dolorosamente bloqueado, como cuando un bebé está a punto de nacer y
las comadronas te piden que te retengas porque todavía no están preparadas. El
gozo casi me inunda pero las interrupciones me molestan. Hay cupidos esculpidos
en el techo. Quizá no pueda fotografiar si pongo algo a salvo, incluso mi
cámara o yo misma. Me siento extrañamente sola a pesar de estar rodeada de
gente. Gente que continuamente desaparece. Nadie me dice qué debo hacer pero
estoy preocupada por si no les estoy haciendo caso o no estoy haciendo algo que
tengo que hacer. Es como un accidente en cámara lenta. Estoy en el ojo de la
tormenta.
Diane Arbus
descripción de un sueño - cuadernos
de notas, 1959.Emprestado daqui: http://ximenacosin.blogspot.com.ar/
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